Monday, July 04, 2005

"La señora" - instalación

La instalación trata de una búsqueda, de una indagación, del encuentro con la historia de una Sra. argentina, nacida a principios de siglo, que pienso pertenece a la “aristocracia argentina ganadera” y fue rescatada, de un mercado de pulgas.
Consiste en la recreación de un mundo no propio.
Es un trabajo sobre el tiempo. Una reflexión sobre el tiempo dentro del tiempo.
Fue encontrada en otro momento de nuestro país, en 1999, y es, para mí, emblemática de una época argentina.
De “ La señora” ha escrito Luis Chitarroni

La señora



 Tratamos a la realidad como si fuera una molestia. A menudo lo es, a menudo no nos damos cuenta y ni siquiera advertimos sus alarmas, sus estrategias,  sus insinuaciones. No estamos alertas. Tal vez eso nos salve, nos ayude a cruzar a nado el día, a no volver a pensar en él,  a recordarlo un poco a ciegas, confuso en la materia  del pasado. Henry James hablaba de "la delicadeza de lo real", esa instalación simultánea y perfecta que nos consuela, nos cautiva o nos desalienta con uno solo de sus destellos. La distracción, mientras vivimos, es un defecto  de los tantos que  corregiremos, nos decimos, mañana. Y mañana es ese futuro promisorio en el que resolveremos la vida, nos volveremos metódicos, aprenderemos a estudiar nuestro estado de ánimo por las vetas de nuestras uñas. Pero la realidad llega de nuevo. Y nada corregimos nunca.
 ¿Qué pasa cuando una vida, otra vida, nos convida su distracción, su lenta postergación de sensaciones puras, su penitencia diaria y diurna,  su olvido, su sueño protector de la vigilia, su  errancia, su desequilibrio? No creo que lo sepa un médium, intérprete y transmisor del momento,  ni un biógrafo, coleccionista lerdo de secretos, pistas que conducen al relativismo o a la perplejidad, desperdicios. Quedan los artistas. Pero los artistas, con la idealización puesta sobre esta casi mala palabra, están demasiado ocupados realizando su propio descubrimiento, conquistando ese territorio en el que la distancia cronológica vuelta historia indicará "innovación" o "reposo". Innovación como dato discontinuo, feraz, irrupción de lo propio en el dominio de todos; y "reposo" como tierna ocupación artesanal de un territorio dominado.
 Nadie puede decir a cuál de esas categorías pertenece La señora, de Luján Funes, pero cualquiera advierte en esta "puesta en presencia" las fuerzas pugnaces de la vida y el arte en fuga. O, para decirlo mejor, con palabras de otros, "entre el hastío de ser y el aburrimiento de existir" la recuperación de ese paso, ese aliento, ese jadeo de la vida.
 La vida de la señora, pasada, es, una vez muerta la señora, el futuro del artista, que colecciona con celo fetichista sus fotografías, sus pertenencias esparcidas, su caligrafía y su silencio. Pero, como ocurre siempre, lo que el artista recauda nada tiene que ver con lo que da. Su derroche  es el que simplifica cualquier duda que el cínico tenga entre el precio y el valor. La señora cuya segura vida burguesa Luján Funes
nos entrega con toda la delicadeza que la realidad parcial permite extraer, usurpar, no es un documento acerca de las condiciones de vida en décadas prósperas y adversas, con esa sucesión de crisis políticas y económicas que incluso los adolescentes pueden evocar ya sin mayores riesgos ni errores, sino un rito de resurrección que debería estremecernos. Por medio de intenciones, anhelos, secretos y sobre todo misterio, no tenemos que vérnosla con un cuerpo exhumado, desenterrado, sino con el aire, el hálito, el tiempo y el espacio, los demasiados puntos cardinales que una vida -otra vida, una vida anterior- exigen para que podamos seguir viviendo la nuestra. Sí, dice Luján Funes con una intensidad que vuelve todo vigilia: la atención es la soberana de estas privilegiadas señoras que nos escarnecen: la imaginación, la inteligencia, la memoria. Atenta en doble acepción, la que implica también amabilidad -tan necesaria para registrar los rastros de una clase media orgullosa de su discreto pavoneo-  Luján Funes presenta una obra/vida con todos los matices y escrúpulos que el arte y la realidad exigen. 

 


                             Luis Chitarroni





1 comment:

hello said...

hola Lujan....quiero saber el año de Miente al llorar....para viba festival...lo necesito medio urgente...
Besos y gracias!!!
C